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Charlene la primera en dar el «si quiero»

Comenzaron los fastos de Mónaco, la boda de dos días que une a Charlene Wittstock con Alberto de Mónaco en dos ceremonias, la civil de este viernes y la religiosa del sábado. Durante la mañana una pareja de «dobles» de los novios realizó el ensayo del recorrido en coche escoltado por motoristas que harán el sábado Charlene y Alberto. También comenzaron a llegar al engalonado Montecarlo los primeros invitados de familias reales como los príncipes herederos de Dinamarca, Federico y Mary, así como los príncipes herederos de Noruega Haakon y Mette-Marit. Para la tarde se espera la llegada de la princesa Victoria de Suecia y su marido, el príncipe Daniel.

A las cinco en punto comenzó la ceremonia civil en la que Charlene, que pasará a partir de ahora a ser Charlène y princesa de Mónaco, ha sido la primera en dar el «si quiero» cuando lo tradicional es que primero se le pregunte al futuro marido. Al acto oficiado por Philippe Narmino, presidente del Consejo de Estado en el palacio de los Grimaldi, ha acudido sólo la familia y algunas altas personalidades monegascas, en total unas 90 personas, incluyendo al embajador de Francia y el de Sudáfrica. El enlace se ha celebrado a puerta abierta, como está legislado.

En las calles, los monegascos y turistas llegados al Principado con motivo de la boda, han podido seguir cada palabra, cada mirada, a través de las pantallas gigantes instaladas en los puntos neurálgicos de la ciudad. El comentario de todos, con vistas a la ceremonia del sábado, es que Carlota, la hija de Carolina de Mónaco, podría desempeñar un papel similar al de Pippa Middleton, ¡e incluso robarle el protagonismo a la novia! Todos están pendientes del traje diseñado por Armani para Charlène y… del que lucirá la bellísima Carlota Casiraghi.

Un casto beso en la mano

Charlène, vestida de Chanel, entró en la sala del trono con una falda pantalón larga de chiffon color turquesa, al igual que el top y la chaqueta, sin ninguna joya excepto unos pequeños pendientes de turquesa y con el pelo recogido, el novio con traje oscuro, camisa blanca y corbata gris plata. Todos los familiares se mostraron muy conmovidos cuando, una vez marido y mujer, Alberto besó la mano su esposa. En la calle estallaron los aplausos y los vivas mientras Estefanía, profundamente emocionada, comenzó a llorar.
Pero no hubo ningún beso romántico, al menos todavía.

Las comparaciones son odiosas pero inevitables en el caso de la boda del príncipe Alberto de Mónaco con Charlene y del príncipe Guillermo con Kate Middleton. «Esta boda no es ninguna competición, aseguró Charlene Wittstock poco antes del «gran día». Probablemente tampoco sea justo considerar los dos días de enlace de Montecarlo como una boda «de segunda clase». Si el enlace real de Londres del pasado mes de abril llegó a ser tildado desde «enlace muy tradicional» hasta «boda Disney», la de Mónaco cambia lo de «tradicional» por el «glamour» y los rumores y especulaciones como el supuesto nuevo hijo de Alberto de sólo tres semanas de edad que puso seriamente en peligro la boda.

Y eso se ha notado mucho en la lista de invitados y las ausencias que tardaron más o menos en anunciarse. Si a la de Londres acudieron reyes y reinas, en Montecarlo, este sábado, se verán más personajes de revistas del corazón y de la moda que monarcas, príncipes y princesas herederos.

El plan de futuro de Charlène

En cuanto a las novias, las diferencias son abismales. Kate Middleton, una vez oficializado su estatus de futura esposa del príncipe Guillermo, prácticamente desapareció del mapa y sólo hablaba cuando el palacio de Buckingham le permitía abrir la boca. Muy al contrario, Charlene en los últimos tiempos no sólo se ha convertido al catolicismo y ha hincado los codos para estudiar francés, sino que ha soltado por su boquita lo que le ha venido en gana en entrevistas a las principales revistas del mundo, entre ellas la de la pasada semana a la revista ¡Hola!, que recogió Hechos de Hoy.

Así, además de decir que quiere tener un «equipo de fútbol» de niños -no se sabe si ahí se incluirían ya los que ha tenido Alberto extramatrimoniales-, Charlene ha confesado que sabe que su matrimonio no será ningún camino de rosas. También ha dicho que el mayor reto de su vida ha sido encontrar su nuevo look. «A mi me parecía que estaba guapísima», dijo en referencia a su debut en la sociedad monegasca reconociendo que después comprendio que pudo haber sido mucho mejor.

¿Y su sueño? «Quiero convertir a Montecarlo en una de las metrópolis de la moda». ¿Coincidirá en eso con su marido, obsesionado como Carlos de Inglaterra, con los temas de la ecología? Por cierto, cuántos paralelismos entre Carlos y Alberto, ambos con problemas capilares, de barriga y amantes.

Fuente: www.hechosdehoy.com
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