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Boda de la infanta Cristina-Princesa de Barcelona

Bodas Reales- Infanta Cristina

 

La infanta Cristina e Iñaki Urdangarín iniciaron su relación rodeados del más absoluto secreto y así prosiguió hasta casi  la víspera del anuncio de su compromiso matrimonial.La hija menor de los Reyes de España tenía la presión de que la prensa malograra su noviazgo y,siguiendo el ejemplo de su hermana Elena,que pudo salirse con la suya hasta el último momento-el anuncio de su compromiso sorprendió a todos los españoles-decidió llevar su historia de amor con la máxima discreción .Ausencia de citas en locales de moda,restaurantes o espectáculos multitudinarios,y la necesidad de ocultar sus verdaderos sentimientos haciendo la misma vida que llevaba antes de conocer a Iñaki Urdangarín.Trabajo,comidas con compañeros,cenas con amigos,actos oficiales.Durante meses,ni una evidencia,ni un solo signo exterior de que algo estaba cambiado.

La infanta Cristina eligió la ciudad de  Barcelona dónde se había enamorado y en la que había encontrado al hombre con el que pensaba compartir el resto de su vida,y era a la vez el lugar donde la infanta Cristina  había encontrado la vida a la que tantas veces había hecho referencia la prensa con  la frase mil veces publicada:»como cualquier joven de su edad».

La novia lució un traje firmado por Lorenzo Caprile.Un diseño realizado en seda valenciana de color marfil entre  clásico y  vanguardista.El traje estaba inspirado en la flor de lis,ligada a la heráldica  de la casa de Borbón.Liso por delante y labrado por detrás, llevaba la cola de 3,25  metros-lirios de Santa Eulalia,azucenas y estrellas de nieve bordadas.

la infanta Cristina eligió como joyas una diadema de gran valor histórico y sentimental para la familia Real española:un diadema rusa del siglo XIX de oro y plata con diamantes,talla brillante y talla perilla,que pertenecía a su madre,la Reina doña Sofia.Los pendientes,que habían pertenecido a la reina Victoria Eugenia y que le fueron regalados a  doña Sofia por la condesa de Barcelona,eran de medio aro de siglo XIX con un pareja de diamantes orla en talla  brillante montados en garra.

Completaba el conjunto el velo,una joya de incalculable valor,que anteriormente había lucido María Cristina de Austria,segunda esposa de Alfonso XII y que en la actualidad pertenece al Estado español,que lo compró 1981.

Marcaban las 11.35 minutos de la mañana del sábado 4 de octubre,cuando tras pedir la bendición a su padre con un leve movimiento de cabeza,la infanta Cristina le daba el sí quiero a Inaki Urdangarín.El Rey se emocionó visiblemente y los aplausos de los invitados se fusionaron con el clamor de la calle,de los miles de ciudadanos que se agolparon a lo largo de todo el recorrido que hizo el cortejo nupcial.

Asistieron a la boda 1.500 invitados entre miembros de las casas reales,representantes de las instituciones del Estado y de la sociedad civil.Se encontraban representadas diez monarquías:

Bélgica, Holanda, Luxemburgo, Suecia, Noruega, Liechtenstein, Mónaco y –lógicamente- España; la reina Noor de Jordania y el rey Letsie III de Lesotho, la emperatriz Farah Phalevi y su hijo Reza II, los representantes de las dinastías de Italia (Saboya y Aosta), Rumania, Bulgaria, Prusia, Brasil, Rusia, Francia, Grecia, Portugal, Yugoslavia, Marruecos, Kuwait, Brunei, Camboya, Bahrein, Japón, así como los representantes de los Habsburgo, Hannover, Würtenberg, Dos Sicilias, Borbón-Parma, Módena, Essen, Lowenstein…

El banquete nupcial se sirvió en el Palacio de Pedralbes, residencia oficial de los Reyes en Cataluña. Situado en la avenida de La Diagonal, fue construido sobre unos terrenos donados por el Conde de Güell. Las obras iniciadas en 1919 finalizaron en 1926, año en el que fue entregado al rey Alfonso XIII. Desde las cuatro de la mañana, hora a la que se citó al personal encargado de preparar el banquete y servirlo, la actividad fue frenética en el Palacio. Más de 300 camareros (dos por cada mesa de diez comensales) y numerosos chefs y ayudantes de cocina, hicieron posible el banquete.

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