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Pacto secreto en Mónaco

Bodas Reales - Pacto secreto en Mónaco

La luna de miel de los príncipes de Mónaco está resultando tan agitada, y poco romántica, como los preparativos de la boda entre Alberto Charlene, empañados por rumores de crisis en la pareja. Doce días después del enlace, ayer algunos medios aludieron a la existencia de un supuesto «pacto secreto» entre el príncipe, de 53 años, y la nadadora sudafricana, de 33, que permitiría a la recién incorporada a la familia Grimaldi divorciarse después de dar un heredero a la corona.

La información sobre este acuerdo partió de la web de un diario de Sudafrica, donde el matrimonio ha realizado su primer viaje, y ha sido recogida por el rotativo italiano Corriere Della Sera. Estos medios atribuyen el pacto a una entente alcanzada después de un intento de fuga -según el Corriere fueron varios- de Charlene unos 10 días antes de celebrarse el enlace. Según insinuaron el semanario francés L’Express y un consejero del príncipe, el periodista Stéphane Bern, el regente podría haber recibido una tercera demanda de paternidad (el príncipe ya ha reconocido a dos hijos naturales de 19 y 7 años).

Este habría sido el detonante de la precipitada marcha de Charlene y la razón de su actitud distante. El hecho de que, durante su estancia en Durban, la pareja durmiera en hoteles separados por tan solo 15 kilómetros de distancia ha disparado la alarma. El padre de Charlene, Michael Wittstock, salió al paso de las críticas justificando que el príncipe se quedara en el Hilton, donde participaba en una reunión del COI, en lugar de reunirse con su esposa en la lujosa suite presidencial -a 2.600 euros la noche- del Oyster Box. «La sesión empezaba a las 7 de la mañana.Alberto se quedó para no tener problemas de tráfico», afirmó.

Pero este no es el único síntoma de malestar en la pareja. Durante el viaje, Charlene apenas ha sonreído, a excepción del momento en el que el Nobel de la paz Desmond Tutu la abrazó. Según el diario City Press, tras visitar al presidente sudafricano, Jacob Zuma, los príncipes abandonaron el lugar en vehículos diferentes. Y cuando los fotógrafos les pidieron un beso, ella se mostró dubidativa y, en el último segundo, volvió la cara con frialdad sin dar otra opción a Alberto que posar castamente los labios en su mejilla.

PRINCESA INFELIZ / Charlene «no es feliz», concluyen los medios sudafricanos, mientras en el palacio de los Grimaldi se esfuerzan por desmentir el más mínimo asomo de crisis. «Es exasperante que todo el día te pidan besos. Cuando no hay fotógrafos, ¡lo hacen con placer!», sostiene Bern en el diario Le Figaro. Después de prolongar la luna de miel en un destino desconocido, está previsto que los príncipes regresen a Mónaco el día 20 para inaugurar una exposición titulada Fastos y grandeza de las cortes de Europa. Toda una declaración de principios.

Fuente: www.elperiodico.com

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