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De Londres a Mónaco: se acerca la segunda gran boda real del año

Pese a lo que algunos medios de comunicación se empeñan en decir, la boda de Alberto de Mónaco a principios de julio será una boda tan real o más que la de hace algunas semanas del príncipe Guillermo de Inglaterra.

En el caso de Guillermo, a pesar de la pompa y el boato de la corte británica, se trataba del enlace del heredero del heredero, ni siquiera del primero en la línea sucesoria al trono inglés.

Alberto II, por su parte, pese a que es denominado príncipe, es soberano, es decir, está reinando en estos momentos. El periodista Jaime Peñafiel lo ha explicado muy bien en el programa de televisión en el que colabora. La monarquía monegasca es una de las diez actualmente reinantes en Europa y su titular, por tanto, es tan importante protocolariamente hablando como el Rey de España o cualquier otro. Lo que ocurre es que a todos los soberanos no se les llama igual. Las cabezas visibles de siete de dichas monarquías ostentan el título de rey (España, Bélgica, Suecia y Noruega) y de reinas (Gran Bretaña, Dinamarca y Países Bajos); una, de gran duque (Luxemburgo) y dos de príncipes soberanos (Liechtenstein y, por supuesto, Mónaco). Pero todas tienen la misma categoría. Así que el enlace de los próximos 1 y 2 de julio en el Principado sería equiparable, únicamente, al de otro rey en servicio, nunca al de un heredero que aún no ha llegado al trono.

Aclarada la duda sobre la calificación que debe recibir el acontecimiento del que tanto se está hablando ya estos días, no extraña pues que los monegascos se estén preparando a conciencia, desde hace meses, para las nupcias de Alberto con Charlene Wittstock. La Oficina de Turismo del Principado ha informado estos días en una rueda de prensa en Munich que el soberano y su prometida desean «compartir con sus conciudadanos y sus visitantes» el que será uno de los días más importantes de su vida y que Montecarlo se convertirá en «la capital del romanticismo».

Michel Bouquier, máximo responsable del turismo en el país monegasco, señaló que su oficina espera que acudan más de 200.000 personas para participar en los festejos. «Estamos preparados y sabemos cómo celebrarlo», dijo añadiendo que no faltarán conciertos callejeros y pantallas gigantes para ver la ceremonia en directo, mientras los hoteles y establecimientos de hostelería están ya preparados para el evento que tendrá lugar en menos de mes y medio.

Apenas tres meses separarán ambas bodas reales, la de Guillermo en Londres y Alberto en Mónaco, y las comparaciones se antojan inevitables. Las primeras diferencias saltan a la vista a estas alturas ya. Para empezar, el príncipe Alberto y Charlene Wittstock invitarán a 4.000 personas a su enlace religioso, más del doble que los duques de Cambridge en su reciente matrimonio, que contó con 1.900 invitados en la catedral de Westminster. Testas coronadas, jefes de Estado y otras personalidades ilustres presenciarán el ilusionado sí, quiero de los novios reales, como en cualquier boda real de Estado, pero aún no ha trascendido quién figurará en la privilegiada lista de invitados, que se hará pública a mediados de junio.

También serán muy diferentes ambas bodas en su política de marketing. Bouquier subrayó, en su última comparecencia ante la prensa, que en Mónaco no se comercializarán recuerdos del evento como tazas, platos y otros objetos con las imágenes de la pareja, aunque comentó que se han suscrito sendos contratos publicitarios con la marca del automóvil híbrido en el que recorrerán las calles monegascas tras convertirse en marido y mujer y el fabricante de la estilográfica que usarán para rubricar su unión.

Además, a diferencia del secretismo británico sobre el destino del viaje de novios de los duques de Cambridge, desde el Área de Turismo del Principado no se ha tenido reparo alguno en revelar que el príncipe Alberto y Charlene pasarán su luna de miel en Sudáfrica, el país de origen de la futura princesa.

Tal es el aperturismo que ya se conoce, paso por paso, cómo transcurrirán tanto la ceremonia civil del 1 de julio, como la religiosa, mucho más multitudinaria del día 2. La cuenta atrás ha comenzado.

Fuente: Diario de Sevilla

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